Rozalén sorprende y se corona en los premios de la Academia de la Música de España
Amaia, con cuatro galardones y una actuación estelar, protagoniza una noche en la que triunfan las creadoras


Amaia llegó al final de la gala de la segunda edición de los premios de la Academia de la Música de España con cuatro galardones en la bolsa y como gran favorita para llevarse el gordo de la noche, el de artista del año. Pero al auditorio del Palacio Municipal del IFEMA en Madrid lo asaltó la sorpresa: fue Rozalén quien finalmente se hizo con el galardón. Sorprendió a todos, a Rozalén la primera. “No lo entiendo. Ahora creo que esto se lo merece otra gente, pero estoy aquí de repente. A veces no sé por qué cuesta tanto reconocer el trabajo que una tiene detrás. No sé por qué no siento que me lo merezco”, dijo, emocionadísima, con el auditorio en pie.
Lo ganó gracias a El abrazo, ese álbum fruto del trabajo de más de cuatro años, ejemplo de esa música tan suya, de raíz española, que lleva más de una década fabricando. “Se valora más lo novedoso o el petardazo, normal. Ahora noto que la gente no habla tanto de mí, pero creo que nos estamos [en plural por su banda] consolidando. Tenemos la fidelidad de la gente. No esperaba que unos premios reconocieran esto”, reconoció la artista a la prensa minutos después del triunfo.
Un par de horas antes, la noche empezaba con expectación, la justa. Se había entregado a primera hora de la tarde la gran mayoría de los premios (31 de los 43) en una pregala no televisada. Y mientras los artistas asistentes a ese evento abarrotaban el bar de la esquina del palacio (el único abierto en la retirada zona), haciendo tiempo para el menú principal del día, apenas una quincena de adolescentes esperaba afuera del recinto a sus músicos favoritos. “A ver si llega Dani”, decía alguna joven, refiriéndose a Dani Fernández, nominado a cinco premios (los más relevantes) este año. No tuvo suerte, Dani nunca llegó. El de Ciudad Real finalmente ganó el premio a mejor álbum del año, y la gala, como sus iradoras, tuvo que acusar la falta.
Pero fue la única ausencia destacada de la noche. A diferencia de los desangelados premios del año pasado, a la ceremonia no le faltaron protagonistas. Amaia se apoderó de la noche, ganó el premio a compositora del año y el de mejor canción por Tengo un pensamiento. Además, había ya recibido en la pregala el premio a mejor canción de pop y a mejor arreglo, junto a Victor Martínez, por esa presentación con plano secuencia en el programa La revuelta de David Broncano que se volvió viral. Y por si fuera poco, bordó —como casi todo lo que hace— una versión con Silvia Pérez Cruz, de Zorongo gitano, de Lorca, el momento de la noche.
La Academia de la Música de España, fundada en 2023, que organiza el evento, pretendía en la segunda edición levantar unos premios que empezaron en 2024 con una gala sosa y carente de emociones y grandes estrellas. Este año, ya de entrada, la ceremonia se transmitió en La 2 de Televisión Española (la anterior no llegó a eso) y la Academia apostó por dos presentadores de más peso: el asturiano Rodrigo Cuevas, Premio Nacional de las Músicas Actuales en 2023 y María Peláe. El dúo, cargado de carisma, navegó con improvisaciones por las difíciles transiciones después de las actuaciones. Batallaron sobre todo después del inicio musical, mientras el equipo técnico reordenaba el escenario y retiraba los instrumentos. “Ya se acabó el chiste, sí. Pero hay que esperar a que desalojen arriba. A ver qué contamos. Podemos recitar poesía”, bromeó Cuevas, en el patio de butacas a medio llenar, en su muy larga primera aparición.
Además de Amaia y Rozalén, Nathy Peluso dominó las categorías de música urbana y rap con cuatro premios: mejor álbum urbano, mejor canción de rap, mejor canción urbana y mejor fusión interpretación urbana. Aunque en el evento retransmitido la argentina tuvo escaso protagonismo y solo recibió el último de sus galardones. Consecuencias de entregar más del 70% de los premios en una gala previa alejada del foco mediático. Lo mismo sufrió Valeria Castro, que llegaba con siete nominaciones —la que más en el año—, y que solo recibió el premio a mejor canción de música electrónica junto a Ale Acosta por La ceniza. Aunque también había conquistado antes los de mejor canción de cantautores y mejor álbum de pop tradicional.
Estopa ganó a mejor albúm de pop y mejor gira del año, por la que hicieron por su 25 aniversario, y Leiva se llevó los premios a mejor videoclip y mejor canción de rock por Gigante — “Se lo dedico a mi madre que está ingresada en el hospital. Te quiero, mami”, dijo—.

La gala también mejoró con respecto a su predecesora en las actuaciones musicales. Inauguró la noche Alcalá Norte con La vida cañon —esa canción que conviertieron en himno del pop español—, lanzando barras de pan al público —aunque eso pronto se transformó en una especie de guerra de comida bizarra con lanzamientos entre los artistas y los asistentes de las primeras filas—. Los madrileños, por cierto, se llevaron el premio a mejor artista nuevo, gracias a su disco debut y el año efervescente que tuvieron.
También tocaron Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, y Rosalén y Valeria Castro emocionaron homenajeando a Jarabe de Palo, con una delicada versión acústica, acompañadas por un cuarteto de cuerdas y un piano, de Agua. Siguieron Baiuca, Zahara, Natalia Lacunza y Ale Acosta. Luego Recycled J y Dollar Selmouni, la versión de Amaia y Silvia Pérez Cruz, y el cierre flamenco de la gala con Sandra Carrasco y Rosario al cante, y David de Arahal con la guitarra.
Con todo, gracias a los escasos premios otorgados —dramáticamente menos si se compara con otras como los maratónicos Goya, por ejemplo—, la gala apenas rozó las dos horas. Media hora más que el año pasado. Aunque, curiosamente, se sintió más corta.
La Academia que desde el año pasado preside Sole Giménez tiene ahora poco más de 1.200 . De ellos salieron los votos que eligieron a los ganadores de este año. “Dolida ante la barbarie y el genocidio, pido que tomemos nuestra responsabilidad para conseguir la paz. La música nos hace libres, compañeros y compañeras, que siga sonando”, dijo la presidenta. Sus palabras, en mitad de un discurso de reivindicación a la música española y sus artistas, y otras breves de Miguel Ríos —“No se puede olvidar que fuera de aquí hay mucha gente sufriendo por un genocidio que está ocurriendo a pocos kilómetros de aquí”—, que entergó el premio final, fueron las únicas con reivindicaciones políticas. Del resto destacó el de Pepe de Lucía, que se emocionó mientras recordaba a su hermano, Paco de Lucía, al recoger el premio a mejor álbum de flamenco. “Echo mucho de menos a alguien que tenía que estar aquí, a mi hermano Paco, que le debo esto”, dijo, ofreciendo el premio al cielo.
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