Carlo Ancelotti: “Si mi contrato se acaba, me da exactamente igual”
La delantera del Real Madrid cierra la vuelta contra el Arsenal con solo tres tiros a puerta, ninguno de Kylian Mbappé


La mitología de las remontadas que construyó el Madrid hace cuatro décadas y a las que sigue invocando con una fe asombrosa —a prueba de bombas incluso tras gatillazos como el de este miércoles— llegó a difundir en su tiempo una serie de normas que, ciertas o no, ayudaron a cimentar la leyenda. El equipo debía hacer el primer tiro, la primera falta, la primera protesta y, por supuesto, el primer gol a la mayor rapidez. A punto de empezar el partido, hasta los chavales que retiraban la lona de la Champions jaleaban a la grada, que bramaba el “sí se puede”. Sin embargo, el atrezo se retiró, empezó la misa y el Rey se mostró desnudo.
El todavía campeón de Europa necesitó casi una hora para forzar la primera parada de David Raya: un tirito de Vinicius, cuando hacía mucho que Courtois llevaba tres, incluida una pena máxima. La noche confirmó la quiebra colectiva de un equipo levantado alrededor de la delantera más famosa del mundo. El resultado fue famélico: tres remates a portería del Madrid (igual que en la ida), por los seis del Arsenal. Kylian Mbappé, Rodrygo y Bellingham sumaron cero tiros entre los tres palos. Solo Vinicius, con dos y autor del único tanto, exhibió cierta rebeldía en medio del desierto, con más empuje que lucidez. La tarjeta de Raya se cerró con apenas dos intervenciones: ese intento inofensivo de Vini y otro en el 90 de Brahim con el personal en retirada. Una producción raquítica que retrató al Madrid y dejó a Mbappé bajo los silbidos de una parte de la grada.
“Hay que aceptar los palos que llegan”, reaccionó Carlo Ancelotti, expuesto a una amplia batería de preguntas sobre su futuro. El italiano tuvo que dar casi más explicaciones por lo que ocurrirá con él a partir de ahora que por la inoperancia del equipo frente al Arsenal. “No sé, puede pasar que el club decida cambiar [de entrenador] este año, el que viene... No hay ningún tipo de problema. El día que termine aquí, solo puedo hacer una cosa: agradecer a este club. Puede ser mañana, en diez días, en un mes, en un año... Lo único que voy a hacer es darle las gracias. Si mi contrato se acaba o no, a mí me da exactamente igual”, enfatizó el italiano, que un rato antes, en Movistar, había apuntado que no sabía si este podía haber sido su último partido con el Madrid en la Champions y que tampoco quería saberlo.
En diciembre de 2023, amplió su vinculación con la entidad hasta 2026. Ahora, aseguró, lo más urgente es “focalizar al equipo en lo que queda” y tratar de “manejar la parte triste del fútbol” después de esta derrota. “Que alguien considere que soy el único culpable no me cambia lo que voy a pensar en los próximos días, que es seguir en la pelea de la Liga y ganar la Copa. A mí me da exactamente igual”, subrayó.
Courtois: “Hay que hacer más jugadas en equipo”
Carletto no tuvo queja esta vez sobre la intensidad, pero los blancos se quedaron muy cortos de juego. “A veces hay que hacer más jugadas en equipo y no todo individual”, reclamó Courtois. “Si doblan el marcaje a Vini o Kylian, un dos contra uno a veces sale, pero no tres, cuatro o cinco veces”, advirtió el meta, que lamentó la gran cantidad de centros que metió el equipo. “Este año no tenemos un Joselu que gane muchos duelos”, puntualizó.
Sobre el césped, como en la ida, las primeras explicaciones no llegaron de ninguna estrella rutilante, sino de Lucas Vázquez, que reconoció la “falta de claridad con el balón”. El Arsenal, el equipo menos goleado de la Premier (27 tantos en 32 jornadas), no había recibido más de dos en los 48 encuentros previos. Su paso por el Bernabéu no le movió ni un pelo. Su once titular había disputado tres veces menos de partidos de Champions que el Madrid (211-716), pero sus mecanismos cotidianos resultaron suficientes para no pestañear. Su entrenador, Mikel Arteta, confesó que por la mañana había llamado a Pep Guardiola, de quien fue su ayudante en el City entre 2016 y 2019. “Si estoy aquí, es en gran parte por él”, indicó.
Después de media hora de inflamación, de la grada de animación surgió un desesperado “échale huevos”. En el pasado, ese era el cántico que se utilizaba en el Bernabéu para mofarse del Atlético, cuya hinchada siempre recurría a él en sus peores tiempos. El resto de la grada despidió a los suyos al descanso con algunos pitidos, los mismos que se escucharon cuando Mbappé se retiró dolorido en la recta final.
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