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Roma se prepara para despedir a Benedicto XVI

La capilla ardiente de Ratzinger se abrirá el lunes en la basílica de San Pedro y el jueves será enterrado en el interior del templo

Unos periodistas trabajaban el sábado en la plaza de San Pedro del Vaticano. Foto: FILIPPO MONTEFORTE (AFP) | Vídeo: EPV
Daniel Verdú

La noticia llegó pasadas las diez de la mañana. Joseph Ratzinger, el papa emérito Benedicto XVI, había muerto en su apartamento del convento de Mater Ecclesiae a las 9.34 (misma hora en la España peninsular). El mundo estaba prevenido del declive de su salud desde que el miércoles, durante la audiencia general, el papa Francisco alertase de que estaba gravemente enfermo. Su muerte pone fin a 10 años de inédita convivencia pontificia —Ratzinger renunció en 2013 dando pie a la elección de Jorge Mario Bergoglio— y abre ahora un escenario nuevo para el funeral del papa emérito, que se celebrará el jueves, después de que su cuerpo haya sido expuesto entre el lunes y el miércoles en la basílica de San Pedro.

La despedida será larga, pero no tanto como la de los papas que no tuvieron que convivir con su sucesor. Por la mañana, los fieles, los religiosos y los turistas y los curiosos habituales comenzaron a acercarse a la plaza de San Pedro. Algunos estaban visiblemente afectados. Era el caso de María José Ramírez, española, que secándose las lágrimas de los ojos lo calificaba como “el mejor papa de la historia”. “Su gesto de renuncia jamás será superado”, opinaba. Otros, como una pareja de brasileños —João y Flavia—, apenas lograban entender que el Papa sigue vivo y que el fallecido ocupaba la figura de emérito. “Pero, ¿entonces quién será ahora su sucesor?, ¿quiénes son los candidatos?, ¿cuándo saldrá la fumata blanca?”, se preguntaban. No habrá humo en ninguna chimenea, claro. De hecho, a esa hora su sucesor estaba ya preparándose para oficiar el Te Deum, la tradicional celebración de vísperas de Año Nuevo, en la propia basílica.

Francisco, que mantuvo una buena relación con Ratzinger durante estos casi 10 años de convivencia, se refirió al “querido” papa Benedicto XVI. “Tan noble y tan gentil, sentimos en el corazón tanta gratitud hacia él por todo el bien realizado y por su testimonio de fe y oración. Solo Dios conoce el valor de sus sacrificios ofrecidos por el bien de la Iglesia”, señaló Francisco el sábado. Las reacciones llegaron de todo el mundo. En Italia, los primeros en pronunciarse fueron el presidente de la República, Sergio Mattarella, y la primera ministra, Giorgia Meloni, que le definió como un “gigante de la fe”. Incluso Giorgio Napolitano, expresidente de la República, rompió su largo silencio para elogiar la figura de Ratzinger.

Fuera de la basílica se formaba ya la tradicional zona de prensa que se mantendrá, en mayor o medida, hasta que el 5 de enero a las 9.30 Ratzinger sea enterrado dentro del templo, como él ha dejado escrito. El rito será mucho más corto que tradicionalmente, porque su muerte no abre un proceso político con la elección de un nuevo pontífice. La renuncia de Benedicto XVI en 2013 abrió una incógnita legal y litúrgica que la Iglesia resolverá ahora de forma práctica. Durante los últimos años ha habido un gran debate sobre si debía regularse definitivamente para terminar con todas las dudas que genera.

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