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Canadá no se achanta y acepta el reto de su vecino del sur: así piensa plantar cara a Donald Trump

Tras su victoria electoral, Mark Carney plantea una estrategia para defenderse de los aranceles impuestos por la istración estadounidense

Un camión cruza un puente en Fort Erie, en la provincia de Ontario, que une Canadá y Estados Unidos.
Jaime Porras Ferreyra

Los liberales de Mark Carney se alzaron con el triunfo en las elecciones canadienses del pasado 28 de abril, en una campaña que tuvo como tema principal la guerra comercial que libra con EE UU. En su discurso tras conocerse su victoria, Carney señaló: “El presidente [Donald]Trump está tratando de quebrarnos para que EE UU sea nuestro dueño. Eso nunca sucederá, pero nosotros también debemos reconocer que nuestro mundo ha cambiado. Nuestra antigua relación con EE UU, una relación basada en una integración cada vez mayor, ha terminado”. Los resultados de las urnas mostraron que los canadienses confían en Carney —exgobernador del Banco de Canadá y del Banco de Inglaterra— para hacer frente a este clima de hostilidades. No obstante, el país norteamericano ya venía actuando para contrarrestar este complejo escenario.

El ex primer ministro Justin Trudeau anunció a principios de febrero que el país respondería a las cargas arancelarias decretadas desde Washington con la misma receta. Carney, ya como nuevo líder liberal y primer ministro en funciones, hizo lo propio el 3 de abril respecto a las tasas a los vehículos impuestas por Trump. Este cruce de ataques arancelarios se está dando en un clima de alta incertidumbre, un sello de la istración del republicano, en el que pueden darse a conocer suspensiones temporales, pero sacar de la chistera un día después una nueva lista de tarifas. En el caso canadiense, los aranceles no están siendo la única respuesta.

En las últimas semanas, autoridades políticas de distintos niveles, cámaras empresariales y grupos en redes sociales piden privilegiar la compra de productos canadienses; en muchos casos, se pide directamente boicotear los que provienen de Estados Unidos. La reacción de la ciudadanía no está siendo precisamente templada. Una encuesta a cargo de la Universidad Dalhousie arrojó que el 61% de los canadienses consultados está dispuesto a comprar un alimento producido en el país aunque sea entre 10% y 15% más caro. En otro sondeo, a cargo de Nanos Research, el 12% declaró haber anulado su suscripción a plataformas estadounidenses de entretenimiento, mientras que el 34% señaló evitar establecimientos tales como Costco, Starbucks y McDonald’s.

Supermercados, concesionarios, tiendas de ropa y demás negocios están realizando esfuerzos para ayudar a la clientela a identificar los productos del país en los anaqueles. Algunas herramientas digitales están siendo muy útiles en el momento de visitar estos comercios. Una de ellas es la aplicación “Buy Beaver”, que evalúa cada producto en función de tres criterios: lugar de fabricación, origen de ingredientes o materiales de elaboración y nacionalidad del dueño de la marca. Otra más es “Maple Scan”, que entre otras funciones brinda alternativas de productos canadienses en el momento de escanear uno extranjero.

No sólo se constata un cambio en las tiendas; también los canadienses están viajando menos al país vecino. Según Estadísticas Canadá, el número de personas que el pasado marzo volvieron por tierra desde Estados Unidos se redujo en un 31,9% respecto al mismo mes del año anterior. A su vez, la firma de análisis OAG publicó que ha habido una caída de cerca del 72% en las reservas de vuelos de Canadá a Estados Unidos para los próximos seis meses, tomando como comparación cifras del mismo periodo en 2024. Según OAG, estos datos sugieren “que los viajeros están aplazando sus reservas probablemente debido a la incertidumbre relacionada con el conflicto comercial”.

Pese a estas acciones emprendidas, resulta una tarea titánica reducir significativamente —y en un corto periodo de tiempo— el volumen comercial que existe entre Canadá y Estados Unidos. En 2024, el 76% de las exportaciones canadienses se enviaron al país vecino, mientras que el 62% de las importaciones fueron estadounidenses. No obstante, se busca aumentar paulatinamente la interacción con otros mercados. Carney afirmó el 28 de abril que existen opciones distintas a EE UU “para construir prosperidad para todos los canadienses”. Carney agregó: “Reforzaremos nuestras relaciones con socios fiables en Europa, Asia y otros lugares”. Las autoridades recalcan que Canadá cuenta actualmente con 15 acuerdos de libre comercio con otros 50 países.

También se está buscando incentivar el comercio dentro del país. En febrero, el Gobierno federal eliminó la mitad de las excepciones contempladas dentro del acuerdo de libre comercio interprovincial. Un mes después, los primeros ministros de todas las provincias se comprometieron a reducir las barreras para estos intercambios. Doug Ford, primer ministro de Ontario —la provincia más poblada de Canadá y de mayor empuje industrial—, anunció el pasado 16 de abril un proyecto de ley para suprimir todos los obstáculos comerciales con las demás provincias. “De manera muy similar a los aranceles del presidente Trump, estas barreras comerciales perjudican a nuestra economía, alejan el empleo y la inversión y crean división entre nosotros mismos”, expresó Ford. Carney ha dicho que propondrá eliminar las trabas federales que aún quedan.

Desaceleración

“Las duras medidas arancelarias de Trump sacudirán la economía canadiense”, indica un análisis elaborado por expertos del Banco de Montreal. De acuerdo al documento, estas tasas arancelarias —en caso de aplicarse a lo largo de un año— podrían provocar una contracción de la economía de Canadá durante dos trimestres, “reduciendo el crecimiento del PIB real en 1,5 puntos porcentuales”. Los economistas del banco también predicen unos 100.000 puestos laborales perdidos en el país, con una tasa de desempleo que podría llegar al 8% al final del año. Además, señalan que “la inflación debería aumentar a medida que el dólar canadiense se debilite”.

En su plan presentado en campaña, Carney (que se reunirá con Trump mañana martes) prometió un fondo de respuesta para empresas y trabajadores por unos 2.000 millones de dólares canadienses para el próximo año fiscal; también un plan para la diversificación de los corredores comerciales por 5.000 millones. Los liberales de Carney ganaron los comicios, pero les faltaron tres escaños para poder formar Gobierno mayoritario. Es por ello que deberán obtener el apoyo de una de las tres fuerzas de oposición para aprobar sus iniciativas. Carney también prometió que solicitaría a Washington renegociar la relación bilateral; insistiendo en que será una renegociación entre “dos naciones soberanas”.

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Sobre la firma

Jaime Porras Ferreyra
Es periodista y colaborador de EL PAÍS en Montreal (Canadá).
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