El dinero de los funerales del falso sacerdote de Bizkaia se destina a una asociación de belenes en Bilbao
“Nunca he dicho que fuera un cura, soy un franciscano seglar”, subraya Carlos, de 83 años

“Yo soy un franciscano de la tercera orden perteneciente a la provincia de Tierra Santa”, subraya Carlos, el hombre que ha celebrado despedidas cristianas en varios tanatorios de Bizkaia. Nació en Barcelona hace 83 años y llegó a Bilbao en 1970, donde ejerció como ingeniero eléctrico hasta su retiro. “Empecé con las despedidas en el año 2017, cuando la Iglesia en Bizkaia dejó de itir cuerpos presentes en los funerales de las parroquias”, recuerda. “Desde entonces, me han seguido llamando y la gente está contenta con lo que hago”.
Carlos ofrece su testimonio desde una de las salas de una lonja ubicada en una barriada de Otxarkoaga, uno de los distritos más humildes de Bilbao. “Yo en ningún momento he dicho que sea un cura. Yo soy un franciscano seglar”, repite, y para tratar de apoyar esta tesis presenta sobre la mesa dos montones de papeles grapados. Por un lado, los estatutos de la asociación a la que pertenece y, por otro, el texto de la Wikipedia sobre la Orden Franciscana Seglar (OFS).
Centrados en los documentos legales, con el sello compulsado del Gobierno vasco, el capítulo primero recoge que “los fines de esta asociación, bajo el Patrocinio de San Francisco de Asís, son el fomento de las tradiciones cristianas que entrañan la conservación o divulgación de los relatos evangélicos o bíblicos de sabor popular y religioso”. Carlos se ampara en el patrón de esta organización para respaldar su presunta condición de “franciscano”, no reconocida por la propia congregación de la zona.
Se trata de la Asociación Belenista Santos Justo y Pastor de la capital vizcaína. “Fundamos esta asociación para realizar una labor pastoral importante”, señala. Las escenas del Evangelio que confeccionan en miniatura en su taller han sido expuestas por multitud de espacios de Bilbao, desde mercados de abastos, hasta la propia catedral. Según este seglar, también ha sido muy importante la tarea social de la entidad: “Si una familia de aquí necesita alimentos o no tiene dinero para hacer frente a las facturas, nosotros se lo pagamos todo”.
Los fondos de esta asociación provienen, en buena parte, de las despedidas que este hombre ha venido realizando desde hace ocho años en tanatorios de Portugalete, Leioa, Barakaldo y Bilbao, aunque “he hecho despedidas en prácticamente todos”, declara en la primera entrevista concedida a Radio Bilbao (Cadena SER). “En ningún caso, esas cantidades han recaído en mi bolsillo, siempre las he destinado a esta labor”, recalca.
No es un cura, pero viste con estola
itida por él mismo la versión de que no es un sacerdote, pero preguntado por la estola que viste colgada del cuello durante los actos —un ornamento reservado exclusivamente a curas—, Carlos explica: “La estola solo me la pongo para leer el Evangelio, como señal de respeto”. “Como cristiano, tengo derecho a hacer estas despedidas, y como franciscano, aún más, porque es parte de mi vocación de vida”, añade, a pesar de que tampoco es por el Obispado bilbaíno.
“No solo me felicitan, sino que, con el boca a boca, me han ido llamando en más sitios. En los pueblos, por ejemplo, cuando me ven actuar, perciben la humanidad con la que hago las cosas. Rezo con ellos sin problemas, explico un poco sobre la muerte y la esperanza que nos da el bautismo”, añade desde la misma sala de la entidad, llena de figuras de belenes de todo tipo, tamaño y estilo.
Los tanatorios que han contratado los servicios de este seglar no han querido hacer declaraciones públicas, pero aseguran que han comenzado una investigación interna. Por su parte, la Asociación Nacional de Servicios Funerarios (Panasef) ni siquiera ha respondido a las llamadas realizadas ni a los mensajes enviados por EL PAÍS tras conocer la noticia.
“No constituye un ilícito penal”
La Diócesis de Bilbao ha confirmado lo adelantado por este medio la semana pasada. La organización eclesial en Bizkaia conocía la actividad que realizaba esta persona y “puso el hecho en conocimiento de los propios tanatorios”. El vicario general, Kerman López, ha explicado que cuenta con un equipo de cuatro personas “con presencia estable en los tanatorios que solicitan sus servicios”. Además, “otras cuatro personas voluntarias refuerzan el grupo en momentos puntuales”, todas ellas “formadas pastoralmente para realizar el acompañamiento en el duelo”.

El Obispado bilbaíno añade que esta situación no acabó en los tribunales porque sus servicios jurídicos determinaron que esta actividad no constituía “un ilícito penal por la dificultad de catalogarlos [estos hechos] como intrusismo profesional o como delito contra la libertad religiosa”.
La oferta de despedidas cristianas en los tanatorios realizadas por una persona que no cuenta con las garantías necesarias para la organización eclesial es objeto de reclamación de asociaciones de consumidores. Sin embargo, esta trama en, al menos, cuatro tanatorios, no podría elevarse a la Autoridad Vasca de la Competencia (LEA/AVC). Fuentes de esta institución, explican que este asunto no entraría en su ámbito de análisis. “Para que la autoridad analice actos desleales las conductas deben tener tal gravedad que, por sí mismas, afecten al interés público o que falseen de una manera relevante la competencia en el mercado de que se trate”, es decir, deben afectar a la estructura de un mercado, matizan.
Ofensa a creyentes
“Como creyente católico comprometido, me duele profundamente que esto esté pasando”, confiesa Andrés Cantero. Este funcionario público en uno de los municipios afectados estudió Ciencias Religiosas y es miembro del movimiento eclesial Acción Católica. “Esto supone una falta de respeto gravísima. No se trata solo de que alguien se vista con una estola y aparente ser un ministro de la Iglesia, sino que se está jugando con nuestra fe, con nuestras creencias y con nuestra comunidad”, valora.
Cantero se queja de que “ya tenemos suficientes frentes abiertos en cuanto a nuestra reputación como para que ahora tengamos que lidiar con supuestos fraudes”. Para él, esta situación pone en evidencia “la precariedad en la que se encuentra la Iglesia” actualmente. “Somos menos, tenemos menos recursos y menos capacidad de control”, ite.
No tiene claro si la solución es pedir “una acreditación” a estas figuras, pero “evidentemente, los tanatorios tienen buena parte de la responsabilidad”. “No pueden lavarse las manos, ya que tienen una responsabilidad directa en verificar que la persona que está prestando ese servicio sea quien dice ser”, cree este feligrés de la parroquia de Santurtzi (Bizkaia, 46.000 habitantes).
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