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En la sala de mando del metro de Barcelona: “Nunca se había visto todas las líneas en stop”

El centro de coordinación del suburbano de la capital catalana vive una jornada “inaudita” a causa de los efectos del apagón eléctrico

Apagón en la estación de Catalunya, donde confluyen líneas de metro y trenes, en el centro de Barcelona.
Jesús García Bueno

Cuando una línea del metro de Barcelona se detiene, en la sala de mando se escucha un sonido y se ilumina un letrero electrónico en mayúsculas (STOP) junto al número de la línea afectada. A mediodía de este lunes, pasadas las 12.30, se han encendido todas a la vez y ya no han vuelto a apagarse hasta, en el mejor de los casos (la línea 1 y la línea 5 son las primeras que han restablecido, siquiera parcialmente, el servicio) cerca de las 18.00. El marcador no es apto para ansiosos, porque los minutos se van sumando sin tregua y poco puede hacerse. 330 minutos, 331, 332…

“Los más veteranos explican que nunca habían visto nunca todas las líneas y tantos minutos con un stop, es algo inaudito”, cuenta Xavier Flores, consejero delegado de Transports Metropolitans de Barcelona (TMB), junto a la puerta de la sala de reuniones, reconvertida este lunes en el epicentro de la gestión de la crisis. Después de unas horas de impotencia [el apagón no daba margen de maniobra], la entrada en funcionamiento de algunas subestaciones eléctricas ha dado pie a la esperanza… y al trabajo. Porque restablecer el servicio no es un automatismo.

“Primero has de tener tracción, después comprobar que trenes y señalización está bien, que en las estaciones todo funciona…”, cuenta Flores mientras baja a buen ritmo las escaleras (aunque hay luz en el edificio, hoy es mejor no arriesgar con el ascensor), con una magdalena y una manzana en la mano. Da un mordisco primero a la magdalena y abandona el centro de coordinación de metro (CCM), en el barrio de La Sagrera, para dirigirse al de autobuses.

El centro de coordinación es el cerebro, pero también los ojos de toda la red de metro. Desde aquí se han dado las instrucciones a partir de mediodía para afrontar la emergencia. TMB ha tenido que evacuar a las personas atrapadas en un total de 24 trenes que, en el momento en el que se ha ido la luz, estaban entre dos estaciones. Los pasajeros han tenido que abandonar el tren por su propio pie, ayudados por empleados y, en algunos casos, por policías y bomberos. Desde la sala también se han dado las órdenes para comprobar que no quedaba nadie en el interior del metro y que se podría proceder al cierre de las estaciones.

A las puertas del CCM, un operario ha salido a fumar. Después de los primeros compases (evacuar a las personas atrapadas en los trenes y cerrar las estaciones), la actividad en una sala de mando dominada por el color rojo (todo está parado) ha ido a menos. “Ha sido un día más tranquilo que nunca. No hay incidencias, no hay retrasos, no hay pasajeros que se encuentran mal…”, bromea. El trabajo viene ahora, cuando hay que empezar a restablecer el servicio. “Hoy aquí estaremos hasta las 10 de la noche o hasta que haga falta”, explica.

Un compañero que ha bajado un poco antes que él, aún en el compás de espera, charla con el vigilante de seguridad mientras da una calada a su cigarrillo electrónico. Sugiere que el apagón es un boicot de los trabajadores para lograr mejores condiciones de TMB. “Estábamos en negociaciones con la empresa, y mira, se les ha ido de las manos”. Es, por supuesto, una broma en una jornada marcada por la tensión nerviosa de los primeros minutos, las especulaciones sobre el origen del apagón y los problemas para moverse por una ciudad donde, sin metro y con los semáforos en fundido a negro, la alternativa han sido unos autobuses repletos de gente y fuera de su frecuencia de paso habitual.

El cierre total del metro, que no se vio afectado ni el apagón de 2007, ha puesto en evidencia la dependencia de Barcelona de este sistema de transporte por el que cada día pasan 1,6 millones de viajeros (más los que viajan sin billete, que precisamente por eso, no se pueden contar). Por eso, el anuncio a viva voz —una de las liturgias en este centro de mando— de que se restablecía la circulación en la L1 entre las estaciones de Fondo y Sagrera, ha sido recibida con vítores y alivio. Poco después ha ocurrido lo mismo con la L5 (entre Cornellà y Diagonal). El marcador electrónico de esas dos líneas se ha puesto, para satisfacción de s y ansiosos, a cero. Para el resto de las líneas, el minutero continuaba subiendo (333, 334…), en una jornada extraña como pocas para los trabajadores del metro.

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Sobre la firma

Jesús García Bueno
Periodista especializado en información judicial. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona, donde ha cubierto escándalos de corrupción y el procés. Licenciado por la UAB, ha sido profesor universitario. Ha colaborado en el programa 'Salvados' y como investigador en el documental '800 metros' de Netflix, sobre los atentados del 17-A.
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