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Alba Carrillo, de ‘Supermodelo’ a la Facultad de Filología: “Hasta el más facha se vuelve rojo por un polvo”

Para la modelo y presentadora se puede ser una figura popular de la tele sin renunciar a las ambiciones intelectuales. Ahora está estudiando Filología Hispánica en la Complutense y va a presentar ‘Jugando con fuego’ en Netflix, un ‘reality’ en el que para ganar hay que renunciar al sexo

Alba Carrillo
Martín Bianchi

Alba Carrillo (Madrid, 38 años) asegura que lleva toda su vida intentando desmontar el mito de la “rubia tonta”. Saltó a la fama en el programa de televisión Supermodelo en 2007 y casi 20 años después se sigue cruzando con algún machirulo despistado que intenta colgarle el sambenito de modelo cabeza hueca. “Soy rubia, soy alta, soy delgada, soy mujer, así que durante mucho tiempo oí: ‘Esta no tiene nada que decir’. He tenido que ser muy subversiva para que me escucharan. Me pone cachonda ser subversiva”, explica Carrillo a EL PAÍS. “Me ponen muchas cosas”.

Ha colaborado en prácticamente todos los programas del corazón y ha participado en casi todos los concursos de telerrealidad donde puede concursar un famoso —Supervivientes, Gran Hermano, Bake Off—, pero también ha estudiado Publicidad y Relaciones Públicas y Criminología y ahora está cursando Filología Hispánica en la Universidad Complutense de Madrid. “Ahora estoy con literatura medieval. Me está encantando Libro de buen amor, del arcipreste de Hita, y también me gusta El Cantar de mio Cid, aunque es una lástima que los fachas se hayan apropiado del Cid”, reflexiona.

Alba Carrillo puede hablarte de los poetas cultos castellanos y de los cancioneros del siglo XV, pero también del reality show Jugando con fuego, algo así como La isla de las tentaciones, pero a lo bestia. El concurso, que se estrena el 13 de junio en Netflix, tiene una premisa: para ganar 100.000 euros, hay que renunciar al sexo. “Lo grabamos el año pasado y no sabíamos cuándo se iba a emitir. Hemos tenido mucha suerte porque va a estar muy bien para este calor asfixiante”, explica la modelo y presentadora, que oficia de maestra de ceremonias del programa.

Pregunta. ¿Le gusta jugar con fuego?

Respuesta. A mí siempre me gusta jugar con fuego en todos los aspectos de la vida.

P. ¿Renunciaría a un calentón por 100.000 euros?

R. Aquí te digo que sí, pero luego cuando estás ahí creo que no sería capaz. Si alguien te gusta mucho, es difícil resistirse.

P. En Jugando con fuego todo se trata de controlarse. ¿Usted se sabe controlar?

R. Dicen que soy muy impulsiva y que no tengo filtros, pero sí que los tengo. Si no tuviera filtros, tendría que coger la maleta e irme de España y del mundo.

P. Ha participado prácticamente en todos los realities, ¿cuál le falta?

R. El reality de la estabilidad, ese es el que estoy buscando. Estabilidad en el amor, en la vida… Pero también te digo, creo que me aburriría. En épocas más estables me he aburrido mucho. Me va la marcha, la vida me da lo que a mí me gusta.

"Me va la marcha, la vida me da lo que a mí me gusta", afirma Alba Carrillo.

P. Usted colabora en La familia de la tele. ¿Cómo ha encajado las críticas?

R. Las críticas las considero un exceso, una pose. Hay mucho de política. Creo que subirse al carro de las señoras de la comunicación, como si hubiera periodistas de primera y de segunda, me parece patético. A veces es mucho más vergonzoso lo que se hace en el periodismo político que lo que hacemos nosotros. Algunas periodistas a las que iro me han defraudado. Me hace gracia cuando dicen: “Eso se paga con mis impuestos”. Ya, y con los míos se pagan los toros, un entretenimiento basado en la muerte. Estamos haciendo algo blanco y divertido y nos merecemos una oportunidad. Yo encima llegué después. Cuando algo va mal, ahí voy. Soy muy kamikaze. Veo una injusticia y me sale mi Juana de Arco.

P. ¿Qué queda de esa Alba que empezó en Supermodelo hace casi 20 años?

R. Básicamente, todo. Sigo dejándome sorprender por la vida, aunque he aprendido mucho. Este año estoy con mi política de no pegarme tiros en el pie. A veces me paso de frenada y me saboteo.

P. Toda una vida en los focos. ¿Cómo se sobrevive?

R. Con mucho lorazepam [risas]. He necesitado terapia y de todo. Por suerte, la prensa del corazón ha cambiado en estos años.

P. ¿Para peor?

R. A mi gusto, para mejor. Ya no existe ese asedio que había hace 20 años. Cuando yo empecé, te seguían a todas partes y se permitía que se metieran hasta en el cole de tu hijo. Ahora eso es impensable.

P. ¿Tiene más suerte en el trabajo o en el amor?

R. Las dos cosas me van regular [risas]. Yo he tenido suerte en el amor porque he querido mucho y me han querido mucho. Pero no espero a morir. Hay gente que mantiene relaciones que están muertas. Cuando veo que la cosa no funciona, prefiero estar sola o buscar a otra persona. No mantengo muertos.

"Sigo creyendo en el amor. Lo que pasa es que cuando te vas haciendo mayor, te haces más exigente".

P. Entonces sigue creyendo en el amor.

R. Claro que sigo creyendo en el amor. Lo que pasa es que cuando te vas haciendo mayor, te haces más exigente. Si la primera cita no funcionó, la segunda no va a ser mejor.

P. ¿Cómo llegó a la Facultad de Filología?

R. El año pasado estaba de crucero con mi madre y me llegó un correo electrónico de la Complutense con las carreras que no se habían copado en junio. Presenté mi solicitud y me aceptaron. Es algo que siempre había querido hacer porque me encanta la literatura y leer. Estoy feliz y estoy sacando notazas. Eso sí que es un bótox. Estás en o con gente de 18 años que te da la vida. Yo sigo tomando apuntes con boli y papel, pero me quieren igual.

P. ¿Cómo reaccionaron sus compañeros al verla?

R. Este año algunas compañeras me han hecho videollamadas con sus madres. “Mi madre te adora. Mi abuela es tu fan”, me dicen. El primer día eres la novedad, pero luego se pasa.

P. ¿Saldría con un hombre que no lee?

R. Podría salir durante una primavera, pero no podría tener una relación seria con un hombre que no lee libros. Una de mis relaciones que más me han gustado fue con un ingeniero aeronáutico. Nos hicimos los dos el carnet de la Biblioteca Nacional e íbamos los fines de semana a sacar libros. Eso me ponía mucho. Leer me pone muy cachonda. Como decía Bukowski, follar la mente es un vicio refinado para los entendidos.

P. Usted se moja en política, una rareza en el mundo del entretenimiento.

R. Hombre, mira lo de Melody. A veces no dar una opinión lo dice todo. Estamos en un momento en el que hay que mojarse políticamente. Yo soy de izquierdas. Vengo de una familia bastante de derechas, pero que ha tendido a moderarse. Se lo digo mucho a mi madre: “Me encanta cómo has evolucionado”. Gracias a Dios se puede evolucionar y mi familia es un claro ejemplo de ello. Me siento muy orgullosa. No nací en el seno de una familia de izquierdas, pero soy una orgullosa progresista.

P. Ya dijo que tendría un rollo con un tío que no lee. ¿Y con uno de derechas?

R. Pues mira, tuve una pareja de derechas y no llegamos ni al primer año de casados.

P. ¿Se refiere a Feliciano López?

R. Sí, era muy facha. Lo es, lo es. De ahí vienen parte de nuestros problemas. He tenido muchas movidas con él por temas políticos.

Feliciano López y Alba Carrillo en el posado de su boda celebrada en Toledo el 17 de julio de 2015.

P. ¿Entonces no repetiría con uno de derechas?

R. Sería un bonito polvo de primavera. Un rollito de primavera. Ahora en mis primeras citas ya suelto todo e intento hablar de política. No te imaginas la cantidad de tíos con banderitas de España en la muñeca que me dicen que no son tan de derechas. Hasta el más facha se vuelve rojo por un polvo. Pero estoy cansada de los heterobásicos, me aburren.

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Sobre la firma

Martín Bianchi
Martín Bianchi Tasso es coordinador de Estilo de Vida en El País Semanal y además colabora con la sección de Gente de EL PAÍS. Fue redactor jefe de la revista ¡Hola!, jefe de Sociedad en Vanity Fair y jefe de Gente y Estilo en Abc.
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