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España, Francia y otros tres países de la UE reclaman a Bruselas más recursos para ayuda al desarrollo ante los recortes de Trump

El Gobierno español impulsa esta iniciativa ante lo que la ONU define como “la peor crisis humanitaria desde la II Guerra Mundial”

La alta representante de la UE para la Política Exterio, Kaja Kallas, saluda al ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares.

La Unión Europea tiene que asumir más responsabilidad en la ayuda al desarrollo ante la retirada de Estados Unidos. Esta es la principal conclusión que se extrae de la carta dirigida a Bruselas por los ministros de Asuntos Exteriores de España, Francia, Bélgica, Irlanda y Eslovenia. Los cinco socios reclaman a Europa que tome la iniciativa ante la demanda de Naciones Unidas de un “reinicio” a las políticas de ayuda al desarrollo después del golpe que ha asestado Estados Unidos en este campo. La nueva istración de Donald Trump decretó el pasado febrero unos fortísimos recortes que hirieron de muerte a la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés).

“Necesitamos asegurar nuestros esfuerzos colectivos para mantener y, si es posible, aumentar nuestros fondos para el desarrollo, incluso más allá de 2027″, apunta la misiva, a la que ha tenido EL PAÍS, con una referencia clara a un incremento del dinero de este capítulo en los próximos presupuestos de la UE.

Esta demanda no se refiere solo a los recursos públicos. “Deberíamos estar listos para involucrar al sector privado en la ayuda humanitaria, también en la provisión de soluciones duraderas, tanto en tecnología como en experiencia”, añaden. Estas últimas palabras parecen directamente vinculadas a los despidos masivos que se producen en el sector en todo el mundo por los recortes económicos en las aportaciones.

El hueco que dejan en todo el mundo recortes como la cancelación del 83% de los programas coordinados por USAID es enorme. A las políticas impulsadas por Trump se suman decisiones de gobiernos como el británico, que se han unido al recorte para financiar el gasto en defensa. Eso ha llevado a la ONU a hablar de “la peor crisis humanitaria desde el final de la II Guerra Mundial”. Ante esta situación, España ha puesto en marcha esta iniciativa junto con Francia. La carta la firman el ministro español José Manuel Albares, el francés Jean-Nöel Barrot y sus colegas de Bélgica, Irlanda y Eslovenia.

La demanda de un incremento de fondos es la primera medida que pide este quinteto, apuntalada en números que dan una idea muy clara de lo que está pasando. En 2020 necesitaban ayuda humanitaria 167 millones de personas; cinco años después, este colectivo casi se ha duplicado: son más de 300 millones. Frente a esto, el dinero destinado a ayuda humanitaria ha caído un 40% en todo el mundo. Según datos de la Comisión Europea, el brutal tijeretazo norteamericano ya está provocando, además de un empeoramiento de las crisis alimentarias en diversos países en conflicto, un 40% de recrudecimiento de la malaria en el mundo, un 30% de la tuberculosis, incluido un 4% en Europa, y se teme un 300% más de nuevos casos de VIH, entre otros.

Aunque por sí solos no podrán cubrir el agujero dejado por el abandono estadounidense, la Unión y sus Estados pueden desempeñar un papel importante para aliviar esta situación, ya que es el área del mundo que más recursos destina al desarrollo, el 37% del total mundial. En 2023, según los datos de la OCDE y de la ONG ONE, el presupuesto global de estas políticas ascendió a más de 220.000 millones de dólares [casi 197.000 millones de euros].

“Se espera que estos asuntos formen parte de los temas a tratar y del resultado de la Conferencia Internacional para la Financiación al Desarrollo que se celebra en Sevilla” del 30 de junio al 3 de julio, explica la carta, dirigida a la alta representante para la Política Exterior de la UE, Kaja Kallas, y a la comisaria de Gestión de Crisis e Igualdad, Hadja Lahbib.

Además de reclamar más recursos, España y los otros cuatro Estados piden que la ayuda se reparta de acuerdo a la ley internacional y con respeto a los principios de “neutralidad, humanidad, independencia e imparcialidad”. En este aspecto, resaltan los últimos pasos dados por la diplomacia europea y se ofrecen para mantener el impulso.

Aparte de Albares y Barrot, firman el texto los ministros Maxime Prévot (Bélgica), Simon Harris (Irlanda) y Tanja Fajon (Eslovenia), que también recuerdan a quienes “han sido desplazados forzosamente”, es decir, los refugiados. Ya que, explican los firmantes, son un colectivo “particularmente vulnerable”.

La misiva llega en vísperas de la celebración en Bruselas, el próximo lunes y martes, de la cuarta edición del Foro Humanitario Europeo, que, entre otros temas, busca “reafirmar el papel de la UE como el principal donante humanitario, actor y responsable de políticas” del sector.

Los propios países firmantes tienen margen de mejora de su esfuerzo presupuestario. Según los últimos datos del Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE, en 2024 España dedicó el 0,25% del PIB nacional a esta partida. Del resto de firmantes, Irlanda destinó el 0,57%, Francia y Bélgica un 0,48%, y Eslovenia el 0,23%. Unos porcentajes que, individual y conjuntamente, están lejos del 0,7% comprometido desde hace décadas y, en el caso español, también distante de la promesa del Gobierno de llegar al 0,5%.

“Con la retirada de EE UU, la UE y los Estados se van a convertir ahora en el principal donante del mundo. Eso supone liderazgo, pero, al mismo tiempo, es también una responsabilidad”, resume la comisaria Lahbib.

En un encuentro con un reducido grupo de periodistas justo después de recibir la carta y a pocos días de la cita bruselense, en la que debatirán tanto organizaciones internacionales como responsables políticos y el sector privado, la comisaria belga no puede coincidir más con la misiva de Madrid y las demás capitales. Ante la reducción del presupuesto de ayuda humanitaria también en Europa, desde la propia Francia que firma la carta a Alemania o el Reino Unido, entre otros, Lahbib es enfática: “Los países deben asumir su responsabilidad, porque la Europa de la fortaleza no es la solución”, advierte en referencia a la creciente tendencia comunitaria a endurecer las políticas migratorias.

No ya solo porque se trata de valores consagrados en la UE, señala, sino porque también es una cuestión de seguridad para el propio continente europeo: “Si ya no somos capaces de ayudarles, estas poblaciones se desplazarán, crearán inestabilidad, primero a nivel regional, y luego seguirán aumentando. No se van a quedar ahí con el estómago vacío y sin ayuda”, recuerda.

Lahbib, quien desde que asumió su cartera a finales de 2024 ha recorrido algunas de las peores crisis humanitarias del mundo, apunta a otro riesgo: “También existe el peligro de crear zonas sin ley y poblaciones cada vez más vulnerables y propensas a la radicalización. Porque sabemos que la inestabilidad y la falta de esperanza son el germen de la radicalización, del extremismo”, agrega.

“Hablamos mucho de aranceles, hablamos mucho de este mundo que cambia rápida y dramáticamente, de guerras, de crisis, de impactos económicos”, señala Habib, quien como ministra de Exteriores belga hasta asumir su mandato en la Comisión se codeó con muchos de los firmantes de la carta. Pero, insiste, en esta vorágine de conflictos no se puede perder de vista la importancia de la ayuda humanitaria: “Las crisis humanitarias que se multiplican en el mundo representan para nosotros un verdadero desafío, ante todo moral, porque está consagrado en nuestro Tratado, porque la Unión Europea es un actor global y tenemos una responsabilidad al respecto; pero también porque es una cuestión de nuestra propia seguridad, y nuestra propia prosperidad, y de nuestra economía, nuestra competitividad, nuestra estabilidad, y la del mundo entero, de hecho”.

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