La era del ‘a quién le importa’
Es cierto que muchas veces lo perfecto es enemigo de lo bueno; pero nunca tenemos que olvidar que lo perfecto existe y se ha de aspirar a lograrlo


Hace un par de semanas, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, fue invitado a dar un discurso ante los cadetes de la academia militar de West Point. En el solemne ambiente de la escuela, el presidente, como es su costumbre, se mantuvo fiel a su discurso previsto durante unos minutos, tras los cuales se dedicó a desbarrar, entre otras cosas recomendando a los nuevos oficiales que evitasen casarse con una “mujer florero”. A algo menos de 500 kilómetros al sur, la rana Gustavo (también conocido como René, Kermit para los angloparlantes), el mítico personaje creado por Jim Henson, saludaba a los graduados de la Universidad de Maryland (donde Henson, fallecido en 1990, hizo la carrera). “La vida no es un monólogo”, discursaba el teleñeco. “Es una obra coral, grande, desordenada, deliciosa, especialmente cuando estás con tu gente”. Fue un triunfo.
They really had Kermit the Frog do a commencement speech...
— CJ Fogler (@cjzero.bsky.social) May 23, 2025 at 3:50
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No debería ser una sorpresa para nadie: Gustavo lleva medio siglo siendo una brújula moral de Estados Unidos. Pero a pocos comentaristas se le escapó la inmensa ironía de que un batracio de felpa fuese un orador más razonable que el presidente del país. Tanto es así que Fox News, que compite por la atención de Trump con otros medios ultraconservadores, pescó una invitada graduada de la universidad (y activista antitrans) para quejarse de haber invitado a Gustavo “en vez de a emprendedores, veteranos o innovadores”.
Se han usado millones de bytes preguntándonos cómo hemos llegado hasta aquí: cómo hemos convertido en el hombre más poderoso del planeta a una persona de una capacidad pasmosa para la corrupción y al que se le puede ver en directo día sí y día también como el hilo de su discurso se convierte en una mecha que va ardiendo y deshilachándose poco a poco. En una reciente publicación en su blog, el escritor Dan Sinker considera que vivimos en la era del ‘a quién le importa’, en la que nadie cuida de nada y nadie cuida de nadie. “Cosas completamente desechables son descuidadamente producidas para gente que mayoritariamente las ignora”, define.
Evidentemente, la inteligencia artificial generativa es la expresión más paradigmática de esta era. Sinker usa como ejemplo un suplemento del Chicago Sun-Times en el que se publicó una lista de recomendaciones de libros para el verano: los autores eran de verdad, pero todos los libros eran un invento de la IA. Otro ejemplo: el Gobierno francés publicando (y retirando) una campaña publicitaria en homenaje a la resistencia durante la II Guerra Mundial hecha con IA generativa. “Lamentable”, dice uno de los comentarios más suaves.
Le gouvernement a produit avec l'IA une vidéo pour rendre hommage aux résistantes. C'est lamentable.
— Marme & lade 🌱 (@marmelade.bsky.social) May 27, 2025 at 18:09
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Ese descuido, no obstante, no es culpa de la IA generativa y ya estaba aquí antes que ella. Vivimos en un mundo en el que la gente gana elecciones montada sobre percepciones de problemas sin dar ni una sola idea positiva. En Reino Unido, Keir Starmer hizo de la ambigüedad su programa y logró más de 400 escaños. Isabel Díaz Ayuso envió famosamente a todos los hogares un programa (casi) en blanco y sacó mayoría absoluta.
Y si la sensación es que nada importa, ¿para qué te va a importar? Hay voces que claman cada vez más alto diciendo que la urgencia de nuestros días, con el extremismo bufándonos en el cogote con promesas de devolvernos a los tiempos gloriosos (una vez más, sin darse al trabajo de explicar de qué tiempos gloriosos estamos hablando), esto de ser razonables, de exigir a los nuestros un nivel superior de ética, de intelecto, de esfuerzo, es luchar con una mano atada a la espalda. Es necesario, nos dicen, bajar al barro para no ser enterrados por la riada. La pureza, aseguran, será nuestra condena.
We're living through the Who Cares Era, where completely disposable things are shoddily produced for people to mostly ignore, while the government stomps its uncaring boot on our necks. But there's an easy way to fight back: Care.I wrote about it: dansinker.com/posts/2025-0...
— dan sinker (@dansinker.com) May 24, 2025 at 1:27
Pero, como apunta Sinker, en estos tiempos lo revolucionario es que sí, que nos importen las cosas y, con ellas, que nos importe la gente. Aunque, es cierto, muchas veces lo perfecto es enemigo de lo bueno, nunca tenemos que olvidar que lo perfecto existe y se ha de aspirar a lograrlo. Las cosas importan porque las personas importan. E importan porque nos importan a nosotros.
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