Muere el director de cine y guionista Mariano Ozores a los 98 años

Sus películas no gustaban a los críticos, pero llenaban las salas de cine. El director y guionista Mariano Ozores ha fallecido este miércoles, a los 98 años, en su domicilio de Madrid, ha informado la Academia de Cine. El cineasta, gran exponente de la comedia popular española de la segunda mitad del siglo XX, realizó 96 películas que vieron alrededor de 90 millones de personas. Sus filmes fueron tildados a menudo de casposos y machistas, por buscar un humor facilón, a veces chabacano, pero, como recuerda la Academia, Ozores defendía que su política de trabajo era: “Vamos a divertirnos un rato y de paso hacemos una película”.

Su apellido remite a una de las sagas importantes del cine español: sus padres fueron actores de teatro, él era hermano de los ya fallecidos actores José Luis Ozores y Antonio Ozores y tío de las actrices Adriana Ozores y Emma Ozores. Se casó con la también actriz Teresa Arcos, con la que tuvo una hija.

“¿Por qué conecté con el público?“, se preguntaba en la rueda de prensa en la que se anunció su Goya. ”Porque mis películas tienen siempre una sorpresa: situaciones inesperadas, frases atrevidas… Mis largometrajes no eran una radiografía de la sociedad, sino una parodia", dijo con acierto. Otra cosa era su calidad cinematográfica. “Tomábamos de arranque una sorpresa y luego la adaptábamos al momento, a la situación. Y sin olvidarme de lo principal: respetar al público, que es todo lo que fui y lo que soy”, añadía. Su Goya de Honor fue una decisión de la Academia no exenta de críticas. El día que recogió el galardón por su “sólida y vasta trayectoria dedicada a la comedia”, según la Academia, lo agradeció a “ese ente misterioso” al que le debía todo, “el público, el respetable público”.

A Ozores, sin embargo, nunca le gustó el término españolada, como se calificaba a sus películas, aunque sea un término que remite a una exageración en el cine de los rasgos típicamente españoles, lo que él hacía: “Ha sido usado como etiqueta despreciativa, como si fuera cine de flamenco, de traje de cola”, decía.

Nacido en Madrid, en 1926, fue el segundo hijo de Luisa Puchol y Mariano Ozores, actores. A los 17 años comenzó a trabajar en la compañía teatral de sus padres, haciendo de tramoyista, ayudante, apuntador o representante cuando hacía falta. Lo intentó como actor, pero no tenía cualidades, así que se inclinó por la dirección. “Soy autodidacta. Ir de teatro en teatro, visitando pueblos y ciudades, me hizo ver como el público se reía, de qué se reía y cómo lo hacía”, aseguraba.

En 1952 empezó en el cine con el guion de Ché, qué loco, de Ramón Torrado, y durante casi una década trabajó en la productora del también director Benito Perojo de la mano del dramaturgo Alfonso Paso, con quien escribió Los amantes del desierto, Susana y yo y La noche y el alba, entre otras. En Televisión Española ejerció de director de programación, presentando y dirigiendo series, documentales y programas, como Aeropuerto Telefunken, en 1959. Su debut como director de cine fue ese año, con la comedia Las dos y media... y veneno, protagonizada por sus dos hermanos —con los que había montado una productora— y su cuñada Elisa Montés.

Sin embargo, a inicios de los sesenta, probó con una película de autor, como Salto mortal (1962); cine religioso, como Alegre juventud (1963), y una de ciencia ficción, La hora incógnita (1964). Esta última “fue un desastre en taquilla", reconoció. “Las críticas nunca han sido muy buenas, excepto con La hora incógnita. El título no fue mío, que yo le puse Dios eligió sus viajeros, pero el distribuidor me dijo que Dios no era rentable. Su título tampoco fue muy lejos”, contaba a este diario. Así que decidió volcarse en el cine popular, con películas baratas, que rodaba en cuatro semanas y en las que trabajó durante cinco décadas con los grandes actores cómicos del cine español, como José Luis López Vázquez, Alfredo Landa, Concha Velasco, Lina Morgan, Gracita Morales, Florinda Chico, José Sacristán…

Su particular humor comenzó con la picaresca de Suspendido en sinvergüenza (1965); luego con tramas con la represión sexual de la época de fondo (Operación cabaretera, Operación Mata Hari, Operación Bi-Ki-Ni) y con Landa en El reprimido, Jenaro el de los 14, Manolo la nuit y Dormir y ligar, todo es empezar. Ya en la democracia se pasó a la caricatura política con tintes conservadores (Que vienen los socialistas, Alcalde por elección, Los autonómicos...).

Antes, coincidiendo con el cine del destape, durante la Transición, formó un trío popularísimo con los actores Fernando Esteso y Andrés Pajares, que comenzó con el exitazo de Los bingueros, en 1979, estrenada poco después de que se legalizara el juego en España. Llegó a conseguir más de un millón de espectadores por cada una de las nueve películas que hicieron juntos. De hecho, la Academia recuerda en su comunicado que con la divertida Yo hice a Roque III (surgida al calor del éxito de Rocky), en la que Esteso intentaba convertir en un boxeador a Pajares, consiguió que se retrasase dos semanas el estreno de El imperio contraataca en España porque la distribuidora temía que la película estadounidense no pudiera competir con el tirón de la española.

00:25

Andrés Pajares y Fernando Esteso en 'Los bingueros', de Mariano Ozores

El prolífico Ozores posee el título de segundo director en España con más películas, 96, según la Academia. Gran trabajador, contaba que escribía los guiones cuando llegaba a casa después de haber grabado, lo que le llevó a poder realizar varios títulos al año. Así, en 1982 estrenó Que vienen los socialistas (400.000 espectadores en salas), El hijo del cura (más de un millón), Padre no hay más que dos (800.000), Todos al suelo (1.300.000) y Cristóbal Colón, de oficio... descubridor (un millón y medio). La clave, como contaba a David Trueba en una entrevista en El País Semanal de 2015, era que sobre todo le gustaba estar en casa. “No iba a reuniones, ni salas de fiestas, ni cócteles. Me aburren mucho”.

Según la Academia, tenía la “habilidad para pulsar la actualidad en cada momento desde la comedia”. Así, En un lugar de la Manga y Venta por pisos trataban del bum inmobiliario de los sesenta; Los Caraduros surgió a raíz de la expropiación del holding Rumasa; y ¡Qué gozada de divorcio!, cuando se aprobó la ley del divorcio, en 1981.

Para captar el humor popular, el director contaba que en ocasiones iba al cine a ver sus películas con un magnetofón para grabar las risas y comprobar cuáles eran los chistes que mejor funcionaban. Según el cineasta, que firmó 150 guiones, las claves de la comedia eran la sorpresa del espectador y la representación de la cotidianidad. “Siempre hice la película que quise, no tengo ningún recuerdo malo de ninguna de ellas. Nos los pasábamos muy bien”, recordaba a este periódico en 2016.

Ya en los ochenta el interés por su cine empezó a decaer entre el público, por lo que probó con series de televisión, como El sexólogo, de 1994, en TVE, retirada tras solo dos capítulos ante las presiones y críticas por su machismo, aunque después la recuperó Antena 3. Su último título en la gran pantalla había sido, un año antes, Pelotazo nacional.

La capilla ardiente de Mariano Ozores se ha instalado en el Tanatorio de la Paz de Madrid y estará abierta hoy, miércoles, donde amigos y compañeros podrán rendirle homenaje antes de que sus restos mortales sean incinerados mañana, jueves.