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¿Cuánto cuesta un piso a pie de playa en verano? El alquiler vacacional sube un 7% y roza los 1.300 euros semanales

El repunte supone gastar 110 euros más que el año pasado por una casa en la costa española

Marbella Spain
Denisse López

Cada año se vuelve más inaccesible pasar una semana en las costas españolas. La presión que ejerce la demanda turística, especialmente la procedente del extranjero, sobre el mercado del alquiler vacacional ha transformado radicalmente el perfil económico de estas estancias. Desde 2020, los precios han escalado un 40%, un ritmo de crecimiento muy por encima del poder adquisitivo de la mayoría de los hogares españoles. El resultado es una oferta que privilegia la rentabilidad sobre la asequibilidad, y que convierte el verano frente al mar en un lujo cada vez más alejado de la realidad cotidiana de muchas familias.

Este 2025 no será la excepción. Según el informe publicado este miércoles por el grupo de tasación Tecnitasa, el precio medio del alquiler semanal en primera línea de playa se sitúa en 1.270 euros, un 7% más que el verano pasado. En términos absolutos, el incremento implica un desembolso adicional de 110 euros por semana con respecto a 2024, y se suma a la subida del 10% registrada en ese ejercicio. La trayectoria ascendente de estos precios —tres veces superior al crecimiento del índice de precios al consumo (IPC)— refuerza la evidencia de una presión estructural sobre el mercado de vivienda, en particular en el sector turístico.

La expansión de plataformas de alquiler turístico, la profesionalización de los arrendadores y el crecimiento sostenido de la demanda internacional han consolidado un modelo centrado en la maximización de beneficios en aquellas semanas de máxima ocupación. El verano, que es cuando se concentra la mayor demanda, actúa como catalizador en un entorno de falta de pisos. Esto da como resultado un cóctel en el que, a mayor concentración temporal de la demanda, mayor justificación para elevar los precios.

El resultado es un mercado fracturado, en el que la disparidad geográfica amplifica aún más la brecha de . Las ubicaciones más codiciadas —a menudo aquellas con mayor proyección internacional, mejor conectividad aérea o una oferta más elitista de servicios— disparan sus tarifas hasta cifras históricas. Es el caso de Puerto Banús, en Marbella, donde un apartamento alcanza este verano los 3.700 euros semanales. En la zona mallorquina de Santanyí los pisos cuestan 3.400 euros. Y en la Isla de la Toja, en Galicia, los alquileres están en torno a los 2.900 euros de media por siete días.

Estas rentas tan elevadas marcan una línea invisible entre quien puede permitírselo y quien queda excluido. Con un salario mínimo interprofesional fijado en 1.184 euros mensuales en catorce pagas, una semana de vacaciones en estas zonas de costa cuesta mucho más de lo que percibe un trabajador con retribución mínima en todo un mes. Ni siquiera una familia con dos sueldos equivalentes al SMI lograría afrontar sin desequilibrio económico el alquiler de un apartamento medio en agosto. Muchas áreas de la costa española se convierten así en un territorio vedado para muchos hogares españoles.

Frente a ese escenario de precios disparados en los enclaves más exclusivos, quedan pocas zonas en las que un piso vacacional sea asumible. En municipios como Moncófar o Vinaroz, en Castellón, hay apartamentos de 70 metros cuadrados que se ofertan en torno a los 550 euros la semana. En la Comunidad Valenciana, El Puig ofrece apartamentos de 80 metros cuadrados por unos 710 euros, y en el norte gallego, localidades como Vicedo (Lugo) mantienen aún una cierta asequibilidad, con alquileres que rondan los 650 euros. Se trata de destinos con menor presión estacional y una menor internacionalización, lo que contribuye a mantener los precios más contenidos.

Zonas con mayores repuntes

El informe de la tasadora revela un grupo de provincias que, sin alcanzar los máximos históricos de localidades como Marbella, han experimentado los mayores incrementos interanuales. Es el caso de Cádiz y Málaga, donde los precios se han disparado más de un 12%. En la zona gaditana de San Roque, el alquiler de un apartamento ha pasado en cuestión de un año de 1.900 a 2.300 euros por semana, mientras que en la localidad malagueña de Nerja, un piso en primera línea de playa ha subido de 1.200 a 1.450 euros. Se trata de aumentos porcentuales muy marcados que afectan a municipios que, hasta hace poco, se consideraban opciones intermedias en el mercado.

El alza también ha sido significativa en zonas del norte y noreste peninsular, con subidas de entre el 6% y el 12% en A Coruña, Lugo, Girona, Barcelona y Vizcaya. En paralelo, otras zonas del litoral resisten con tarifas más estables. En algunas zonas de Pontevedra, Huelva, Almería, Granada, Asturias o Cantabria, los precios apenas han variado respecto a 2024. En Sangenjo y El Grove, el alquiler semanal se mantiene en los 1.400 y 950 euros, respectivamente. En Almuñécar, una localidad granadina con tradición turística, aún es posible encontrar apartamentos de 80 metros cuadrados por unos 900 euros semanales. En Llanes (Asturias), los pisos se sitúan en torno a los 780 euros.

La variabilidad de precios no responde únicamente a factores geográficos. Fernando García Marcos, director técnico de Tecnitasa, señala que la fecha en la que se cierran las reservas también altera el coste. “En los primeros meses del año la oferta es mayor y todavía incluye los apartamentos mejor situados o de superficies menores, por lo que, de forma aparentemente paradójica, en estos meses tempranos se constatan datos unitarios superiores a los de meses más cercanos a la temporada alta”. También influyen variables estructurales: el estado de conservación de la vivienda, su cercanía real al mar, la calidad de los servicios del entorno o el tipo de visitante al que se dirige la oferta.

En cualquier caso, la tendencia general no se desmiente: alquilar un piso vacacional en la costa española es cada vez más caro. Encontrar alojamientos por debajo de los 500 euros semanales se ha vuelto una rareza, limitada a estudios diminutos, ubicaciones periféricas o fechas alejadas del pico estacional. La nueva normalidad estival ronda los 1.300 euros semanales. El a la playa, durante verano, ya no depende solo del deseo ni de la planificación anticipada, sino, sobre todo, del nivel de ingresos. Las playas siguen tan cerca como siempre, pero lo que se aleja cada año un poco más, es la posibilidad de poder costear un alojamiento cerca del mar.

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Sobre la firma

Denisse López
Es redactora de la sección de Economía de EL PAÍS y CINCO DÍAS. Escribe habitualmente de macroeconomía y coyuntura. Se incorporó a esta casa en 2022, después de haber trabajado en distintos medios digitales en México. Estudió Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional Autónoma de México, y el Máster de Periodismo UAM-El País.
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