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La playa de La Malagueta pide auxilio

Los vecinos de este barrio malagueño denuncian la gran ocupación del espacio público y ponen como ejemplo la renovación de antiguos merenderos para convertirse en chiringuitos de más de 300 metros cuadrados

Obras en el chiringuito 'Sicsu' en la playa La Malagueta
Nacho Sánchez

Con un sencillo tejado azul y blanco, una pequeña cocina, una barra y una barca para los espetos, el chiringuito Sicsú era el pasado verano la viva imagen de los tradicionales merenderos de las playas de Málaga. Un rincón para tomar unas sardinas sobre la arena que, desde el otoño pasado, sufre un cambio radical. Ahora se sustenta sobre una enorme losa de hormigón y su estructura es una inmensa mole de madera y vidrio que se expande por 300 metros cuadrados. “Es un verdadero armatoste”, denuncia Carlos Babot, de 27 años y portavoz de la plataforma SOS Malagueta, entidad nacida para denunciar lo que consideran un incumplimiento de la ley porque la ocupación en la arena es cada vez mayor en la playa entre restaurantes, hamacas y otros servicios. “Y a las istraciones les da igual. No hacen nada por evitarlo”, sostiene Babot.

La Malagueta es la principal playa urbana de la capital malagueña. Su cercanía al centro de la ciudad hace que cientos de turistas la tomen cada día prácticamente a lo largo de todo el año, aunque su número se multiplica en verano. Caminar por el paseo marítimo sirve para comprobar que en este arenal, el más ancho de la ciudad, hay seis chiringuitos (a los que se suma el restaurante Antonio Martín, construido sobre la acera), cuatro zonas de hamacas con casi un centenar cada una, una pista de vóley y varias casetas, entre otros elementos. “Yo creo que hay espacio para todo”, sostenía esta semana Felipe Sánchez, jubilado y residente, mientras realizaba su rutinaria caminata mañanera. “Pero el chiringuito quizá sí es demasiado grande, ¿no?”, se preguntaba una pareja de turistas ses recién llegados a la ciudad frente a las vallas que separan la arena de las obras de Sicsú. Es el más avanzado, pero se espera que haya pronto obras parecidas en otros dos chiringuitos a corto plazo, como el chiringuito Mami Beach, ya clausurado.

Vista desde arriba de las obras en el chiringuito 'Sicsu', en la playa La Malagueta, en mayo de 2025.

Babot explica que SOS Malagueta ha nacido de la mano de la asociación de vecinos del barrio, donde están cansados de ceder espacio público para el turismo. El joven cree que es incomprensible que se estén construyendo esos “verdaderos armatostes” en plena playa y que lleva varios meses de “reuniones infructuosas” con el ayuntamiento, con el que hasta ahora siempre hubo gran afinidad: en esta zona de la capital el PP suele superar el 60% de los votos. Entre las principales reivindicaciones del movimiento, cuenta, se encuentran ahora exigir la retirada de los restaurantes que incumplan la normativa, frenar la concesión de licencias “en una zona ya saturada” y defender el derecho de la ciudadanía a disfrutar de un litoral público. “También denunciar públicamente la permisividad del consistorio ante las irregularidades”, destaca quien sostiene que todas las istraciones con las que ha ado se echan la culpa a unas a otras. “Aquí nadie es responsable de nada”, destaca. “Es un atropello del que nadie se quiere hacer cargo”, decía en diciembre María Ángeles Ramírez, presidenta de la asociación de vecinos de La Malagueta, en Málaga hoy.

Este periódico ha ado con las instituciones y la sensación es prácticamente la misma. A un lado, desde la Demarcación de Costas, dependiente del Gobierno Central, subrayan que su labor se limita a informar sobre dos aspectos relacionados a las concesiones en dominio público: el riesgo de alcance del mar y su legalidad. “En estos casos concretos”, dicen las mismas fuentes, “no se han observado ni riesgo de alcance ni ilegalidad conforme a la normativa”. Eso sí, Costas explica que eso no significa que se hayan autorizado, puesto que esa labor es del órgano gestor —la istración autonómica— que es también quien debe vigilar las condiciones para otorgar las concesiones según el permiso de la Junta de Andalucía. Y pide a las otras istraciones que se haga una “adecuada planificación” que permita proteger el medio natural y que no se haga “de espaldas a la ciudadanía”.

El Gobierno regional, por su parte, insiste en que las concesiones tienen el visto bueno de Costas, un informe favorable municipal y cumplen con la normativa, distinta para los chiringuitos construidos sobre losa de hormigón y los desmontables. “Todo ello se encuentra dentro de la normalidad de una playa urbana con alta intensidad en la prestación de servicios, como es la playa de La Malagueta”, explican desde la Consejería de Sostenibilidad, donde destacan que hay otros servicios públicos en la arena. “El resultado final”, insisten, son playas con una gran ocupación final que “es, en suma, necesaria en un contexto jurídico-social adecuado y adaptado a las necesidades del interés común”.

El antiguo chiringuito La Malagueta, similar al chiringuito 'Sicsu' antes de las obras de remodelación.

“Son legales”

El Ayuntamiento de Málaga, por su parte, defendió la existencia de estos chiringuitos en el último pleno municipal. En la sesión del pasado 30 de abril, en la que el propio Babot habló como invitado, Vox presentó una moción sobre el asunto. En ella denunciaba “el abusivo grado de ocupación del espacio de playa”. “Este ayuntamiento no tiene nada que ver. Solo hemos dado una licencia [de obras] tras la aprobación de la Junta de Andalucía”, sostenía durante el debate, Teresa Porras, concejala de Playas. Su compañera en Urbanismo, Carmen Casero, insistía en que los permisos “son legales” y que venían con la autorización del Gobierno central. “Pero ustedes han permitido que se triplique la superficie, que se construyan sin demoler los anteriores, que sean obras de ingeniería cuando tendrían que ser desmontables o que no respeten las distancias entre unos y otros o los 70 que como mínimo deben tener al mar”, añadía el socialista Mariano Ruiz Araujo. “Lo que sucede no es ni más ni menos que la privatización de una playa”, resumía por su parte Toni Morillas, portavoz de Con Málaga.

Aquel día, atónitos, una veintena de vecinos de La Malagueta, escuchaba el debate en el propio salón de plenos. “Esto al final es como el capítulo de La que se avecina en el que envían a uno de los protagonistas de una planta a otra para un trámite burocrático. El caso es no hacernos caso”, sostiene Carlos Babot, que a pesar de que los esfuerzos no han servido para nada de momento, dice que seguirá luchando. “A nosotros simplemente nos gustaría que la playa tuviese chiringuitos como los de antes, sencillos y no estos armatostes”, concluye. Es decir, volver a aquellos merenderos que ya están en grave peligro de extinción.

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Sobre la firma

Nacho Sánchez
Colaborador de EL PAÍS en Málaga desde octubre de 2018. Antes trabajé en otros medios como el diario 'Málaga Hoy'. Soy licenciado en Periodismo por la Universidad de Málaga.
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